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“El carácter asocial y antihistórico de la práctica de la arquitectura como ejercicio de lenguaje espacio-formal en el que la construcción es un trabajo melismático más o menos florido y virtuoso, debe ser urgentemente superado por la investigación de nuevas etimologías esenciales, engendradas en las tecnologías blandas o de débil impacto, especialmente aplicadas a los medios tecnológicos y humanos, y vinculadas a los fenómenos sociales de nuestro tiempo.
Construir ya no es una práctica retórica de pieles sobre osamentas descriptivas de un discurso conceptual social e históricamente irrelevantes, sino una acción comprometida con los sistemas de intervención en el medio inherente a la cultura de cada entorno entendida esta cultura como un sistema complejo de equilibrios energéticos, físicos, históricos, fenomenológicos, sociales, económicos, informativos, etc.
La arquitectura es más que nunca un problema de construcción del espacio y no un problema de representación del espacio.
La construcción es así consustancial al proyecto arquitectónico y no el ropaje de la ceremonia que consagra el espacio. Siendo así, la construcción no es un viaje unidireccional que se justifica en una celebración mediática de botadura de la nave, sino toda una ética y estética continua que se inicia en la obtención de los recursos en la manufacturación y su puesta en obra rigurosa, en la belleza de los estados intermedios, de los que su puesta en uso es uno más (probablemente el de menor importancia) su posterior explotación, (larga explotación o efímera explotación) y reciclaje prematuro o no de lo construido y usado.”
PEREA, ANDRÉS. Panorama desde el proyecto. En Arquitectos, nº 178, construcción de ciudad. Pag. 46a. Ed. CSCAE. Madrid, 2006.
Construir ya no es una práctica retórica de pieles sobre osamentas descriptivas de un discurso conceptual social e históricamente irrelevantes, sino una acción comprometida con los sistemas de intervención en el medio inherente a la cultura de cada entorno entendida esta cultura como un sistema complejo de equilibrios energéticos, físicos, históricos, fenomenológicos, sociales, económicos, informativos, etc.
La arquitectura es más que nunca un problema de construcción del espacio y no un problema de representación del espacio.
La construcción es así consustancial al proyecto arquitectónico y no el ropaje de la ceremonia que consagra el espacio. Siendo así, la construcción no es un viaje unidireccional que se justifica en una celebración mediática de botadura de la nave, sino toda una ética y estética continua que se inicia en la obtención de los recursos en la manufacturación y su puesta en obra rigurosa, en la belleza de los estados intermedios, de los que su puesta en uso es uno más (probablemente el de menor importancia) su posterior explotación, (larga explotación o efímera explotación) y reciclaje prematuro o no de lo construido y usado.”
PEREA, ANDRÉS. Panorama desde el proyecto. En Arquitectos, nº 178, construcción de ciudad. Pag. 46a. Ed. CSCAE. Madrid, 2006.